Mis padres han salido de casa,
estoy sola y aun que el ruido ambiental me acompaña, el silencio se hace presente.
No sé qué es lo que no me deja pasar página,
ya estoy cansada de este claro oscuro de vida. Es agotador no hacer nada, es
agotador sentirte culpable todo el tiempo por no hacer nada. Tendría que estar preparándome
para salir a pasearme por las calles de este pueblito arcaico, celebrar las
fiestas patronales, ver a los vecinos bailar, reírme y disfrutar de la aglomeración
de gente.
Cuando era pequeña vivía diciendo
equívocamente argumentos fomentados por el internet y la ingenuidad de la edad
que estas tradiciones eran “nacas” y antiguas, creía fielmente que los que asistían
a la celebración de forma grata eran incultos y los aborrecía, pero siempre “obligada”
por mi papá y a regañadientes terminaba asistiendo. Ahora con 22 años solo sé que ha cada persona
que asiste a la feria le tengo una envidia corrosiva. Si Vero de 11 lo supiese
no me lo creería, me da envidia su capacidad de disfrutar, que daría yo por
poder estar cerca de multitudes sin sentir ansiedad, por estar en un parque de atracción
y no sentirme cansada, por no sentir esta desconexión con el mundo que hace
queme encierre en mi cuarto.
Ayer mi padre me ha dicho que ya
no sabe qué hacer, quería responder ¡Yo tampoco!, pastillas, antiepilépticos, ansiolíticos,
terapia, libros de auto ayuda, grupos de Facebook, conferencias de TeDx,
escritura, meditación, mil análisis médicos, viajes, ¡gritar! ¡llorar! … Todo,
lo he hecho todo para estar mejor ¡Que más quieres de mí!
La verdad es que estoy muerta de miedo,estas historias siempre tienen dos finales: ser alguien resiliente digna de un ejemplo de superación personal tipo TeDx o ser la nota amarilla, una estadística mas,he visto el titular "Joven se suicida a los 22, tenia todo en la vida".